La acción de cesación
Era viernes, ¡yuhuuu! Yo estaba contentísima porque ese fin de semana me iba a esquiar, que, aunque se me da fatal me encantaaaaaa, así que antes de irme a trabajar, aproveché para hacer la maleta y dejar todo preparado. Me daba un poco de pereza levantarme un poco antes, pero me dije… ¡Amaia hazlo ahora que después seguro que no te da tiempo!
Estaba un poco cansada porque esa semana había empezado a ir a alguna reunión acompañando a mis compañeras de Larraz. ¡Madre mía! No sabéis lo intensas que pueden llegar a ser algunas reuniones de vecinos…que, si cambiamos el contrato del ascensor, que, si sería mejor colocar luces led, que si ahora quiero cerrar mi terraza… ¡Esto sí que era un mundo!
Pero bueno, como he dicho, ya era viernes. Cuando llegué, Ainhoa y Aitana estaban hablando de las reuniones que habían tenido el día anterior y Ane estaba enfrascada mirando a su ordenador, ¡qué poder de concentración tiene esta chica!
Dijo que tenía que enviar el acta de la reunión que había tenido el lunes sin falta.
Justo en ese momento, una vecina entró por la puerta de la oficina preguntando por Aitana, era vecina de la Comunidad de Propietarios Perros Pulgosos 43 y quería hablar urgentemente con su Administradora.
La Sra. Dolores, empezó a contarle que estaba harta de su vecino del 5º…
– ¿Te puedes creer que el otro día bajé y vi como el perro del vecino defecaba en el jardín y el vecino dejó sus heces sin recoger? Por no hablar de lo sucio que se queda el portal cada vez que entra con el perro mojado, aunque lo peor de todo es el ruido que hace cada vez que se queda solo en casa, ¡el otro día estuvo ladrando prácticamente todo el día desde las 06:00 de la mañana! -.
En ese momento Aitana, muy amablemente le dijo a la Sra. Dolores que hablaría con el dueño del perro para transmitirle las quejas de los propietarios y pedirle que por favor procurara respetar el descanso de sus vecinos y las zonas comunes.
La Sra. Dolores se marchó más tranquila, aunque volvió a insistir a Aitana para que llamara al dueño del perro.
El día continuó y llegaron las 16:00, ¡hora de cerrar y de disfrutar del fin de semana!
Y llegó el lunes…. Eran las diez de la mañana y estábamos todos concentrados en nuestro trabajo cuando volvió a entrar por la puerta de la oficina la Sra. Dolores preguntando por Aitana.
Estaba un poco alterada, Aitana la atendió y la Sra. Dolores empezó a contarle que no había podido descansar en todo el fin de semana, ¡el perro de su vecino Benito no paraba de ladrar y para colmo había vuelto a sacarlo a pasear al jardín y había dejado varios regalitos!
– ¿Pudiste hablar con el vecino el viernes? – Preguntó la Sra. Dolores-.
– Aitana respondió. – El mismo viernes hablé con Don Benito Hueso Duro para contarle lo que me había dicho usted, pero me dijo que su perro no ladraba, sólo alguna vez cuando oía que alguien se acercaba a su puerta y que además iba a seguir paseándolo por el jardín comunitario, que para eso pagaba una cuota de comunidad todos los meses.
– ¿No se puede obligar al propietario a que haga algo para que su perro deje de ladrar? ¿O por lo menos obligarle a que recoja las heces del perro? ¿No se le puede sancionar de alguna manera? – Preguntó la Sra. Dolores–.
-Aitana respondió-. Las Comunidades de Propietarios no tiene potestad sancionadora por lo que no pueden imponer ningún tipo de multa o sanción a un propietario, incluso aunque éste no respete las Normas de Régimen Interior que tenga la Comunidad.
– ¿Y la Comunidad entonces no puede hacer nada? – Volvió a preguntar la Sra. Dolores.
Aitana le explicó que había varias opciones:
- En primer lugar, lo más conveniente sería resolver el problema de manera amistosa e intentar que el dueño del perro respetara las normas para que hubiera una buena convivencia.
- Otra opción, sería interponer una denuncia contra el propietario que está causando las molestias sobre todo por el tema de los ruidos y/o transmitir las quejas al Ayuntamiento.
- Por último, si el problema con este propietario continúa y el perro sigue molestando con los ladridos y ensuciando el jardín comunitario, se podría solicitar a la Comunidad que iniciara acciones judiciales contra Don Benito Hueso Duro, a través de una acción civil de cesación. Aunque en este caso debe acreditarse con pruebas las molestias que se generan: el ruido causado por los ladridos del perro y la suciedad.
Esta sería la última opción y habría que valorar en cada caso si podría prosperar ya que normalmente este tipo de acción se utiliza para ruidos procedentes de bares, evacuaciones de humos etc.
– ¿Qué es una acción de cesación? – Preguntó la Sra. Dolores.
–Aitana respondió: –
Una acción de cesación es una acción judicial que consiste en obligar al propietario u ocupante de una vivienda o local a que cese en la realización de una actividad. Esta actividad debe resultar molesta, insalubre, nociva, peligrosa o ilícita.
Para iniciar esta acción de cesación, el Presidente de la Comunidad, tiene que requerir a Don Benito Hueso Duro mediante burofax para que recoja las heces de su perro que deja en el jardín y para que su perro deje de ladrar sobre todo.
En caso de que Don Benito siga sin hacer caso, entonces el presidente de la comunidad, previa autorización de la Junta de Propietarios que tiene que ser convocada para tratar el tema del perro, iniciará la acción de cesación a través de un Juicio Ordinario.
Se presentará la demanda junto con el justificante del burofax que se ha enviado antes a Don Benito y certificación del acuerdo adoptado por la Junta de propietarios. Es muy importante, antes de poner la demanda que se hayan conseguido pruebas como, por ejemplo, denuncias, mediciones, fotos etc. que demuestren lo que hace el propietario dueño del perro.
Después, el Juez podría, incluso antes del Juicio, como medida cautelar, obligar a Don Benito a que haga algo con el perro y a que cese en las actividades que están resultando molestas para el resto de los vecinos.
Una vez celebrado el Juicio, el Juez podría además de obligar a Don Benito Hueso Duro a que cesara en la actividad molesta causada por el perro de manera definitiva, le podría imponer una indemnización por daños y perjuicios, e incluso privarle del derecho al uso de la vivienda por tiempo no superior a 3 años.
La Sra. Dolores se quedó más convencida con la posibilidad que le comentó Aitana y le pidió que por favor contactara con el Presidente y pusiera todo en marcha. Después cogió su bolso y se marchó.
– ¡Madre mía que lío por un perro! -Le dije a Aitana.
– Esto suele ser muy habitual en Comunidades de Propietarios, Amaia, muchas quejas suelen venir por los perros que tienen los vecinos y aunque es cierto que se puede recurrir a la acción judicial, al final se trata de que haya una buena convivencia y de que todos los propietarios respeten los elementos comunes y a sus vecinos.
¡A ver qué nos depara el resto de la semana, está claro que trabajando como Administradora cada día es diferente!
¡Hasta la próxima!